Blog

Novedades

Publicado originalmente en: “Mercado en Vivo”, Newsletter de Linkedin
Por: Fernando Balbuena
Presidente y Co-fundador de Mercado Cambiario S.A

Terminator llega al Perú

Donde la burocracia avanza más rápido que la innovación.

En el Perú si tiras un dardo le das a un emprendedor, si haces un hueco encuentras una ruina y si te descuidas, el estado crea un nuevo organismo regulador.

Hace unas semanas escribí sobre el laberinto regulatorio que enfrentan las empresas en el Perú. Un sistema con exceso de organismos estatales, regulaciones, trámites, controles y por supuesto, sanciones y multas: sumaban 20 organismos reguladores. Todo ello, como es evidente, termina limitando la inversión y la competitividad del país. Pero nos descuidamos y ¡Plop! apareció el número 21.

Mientras el mundo innova, el Perú suma más normas y un nuevo organismo estatal que pueden frenar la adopción de la inteligencia artificial (IA) en lugar de potenciarla. Así es, la reciente Ley de Inteligencia Artificial (Ley 31814) y su Reglamento (DS 115-2025-PCM), crean nuevas obligaciones para las empresas y una nueva entidad estatal, el Centro Nacional de Innovación Digital e Inteligencia Artificial (CNIDIA).

De esta forma se le otorga a la Presidencia del Consejo de Ministros (PCM) facultades de supervisión directa sobre las empresas privadas, imponiendo registros, protocolos y capacitaciones, cuando la inversión y desarrollo en IA en el Perú es aún mínima, por no decir casi nula. Estas exigencias son solo el inicio de lo que puede convertirse, nuevamente, en barreras burocráticas que frenen la adopción de IA en pymes, emprendedores y empresas.

Dos caminos: regular o crecer

En principio, hay dos caminos. El primero, el de los países que regulan buscando “proteger a la sociedad”, aunque en el intento terminen limitando no solo la innovación, sino también el desarrollo, la inversión, el crecimiento y la formalización. El segundo, el de los países que entienden que la libertad y la competencia son las verdaderas fuerzas que generan progreso.

Europa representa el primer grupo: su AI Act es la regulación más restrictiva del mundo, donde su capacidad de innovación, productividad y crecimiento está muy por detrás de Estado Unidos y Asia, donde se concentra la inversión y las grandes empresas tecnológicas.

Estados Unidos, en cambio, no tiene un regulador central ni una ley integral. El NIST (National Institute of Standards and Technology) emite guías voluntarias que promueven la colaboración entre Estado y empresas, con un enfoque de confianza, gestión de riesgos y aprendizaje continuo, sin convertir la innovación en un campo minado de permisos y fiscalizaciones.

El regulador y el regulado

El Perú, fiel a su reflejo burocrático, eligió imitar el modelo europeo. Crear un nuevo organismo da la sensación de modernidad, aprobar un reglamento parece un logro, y establecer controles da la ilusión de seguridad. Pero detrás de cada regulación hay incentivos políticos: visibilidad, presupuesto, poder y control. Regular se ha vuelto rentable, no porque resuelva problemas reales, sino porque mantiene en movimiento una maquinaria estatal que se alimenta a sí misma. Cada ley, cada oficina y cada trámite traba un ecosistema donde el éxito del Estado se mide por cuántas normas crea, no por cuánta libertad permite. Lo más preocupante es que la sociedad ya se acostumbró. Los empresarios y emprendedores lo aceptamos como algo inevitable, los ciudadanos lo asumimos con resignación, y los políticos lo usan como bandera. Nadie parece cuestionar que cada nueva regulación significa menos espacio y libertad para actuar. Nos hemos vuelto un país donde la regulación se celebra y la libertad se tolera, cuando debería ser exactamente al revés.

Hay que protegernos de nosotros mismos

En el Perú, el Estado se ha especializado en protegernos de nosotros mismos. Crea organismos para normar, regular, fiscalizar y sancionar, no frente a grandes peligros externos, sino frente a la posibilidad de que los ciudadanos, las empresas o los emprendedores actúen con libertad.

Se legisla con la idea de que toda iniciativa privada es sospechosa, el mercado es injusto, la competencia es perjudicial y la innovación es peligrosa. Así se levantan ministerios, consejos, comisiones y reglamentos que prometen “ordenar” lo que nunca se les pidió ordenar. El resultado es un aparato que regula, supervisa y castiga, como si la sociedad fuera incapaz de avanzar sin la tutela permanente del Estado. En nombre de la seguridad y la protección, se termina sacrificando la confianza, la libertad y la creatividad de quienes realmente impulsan el desarrollo.

El verdadero problema es nuestra cultura de dependencia del Estado. En los incentivos que premian la creación de normas en lugar de resultados, y en una sociedad que ya no reclama su libertad. Los funcionarios públicos ven riesgos que no existen, como si estuviéramos al borde de una escena de Terminator, donde las máquinas toman el control. Pero la amenaza no viene de los algoritmos: viene de la burocracia.

Porque en el Perú, Terminator no llegó desde el futuro para destruirnos, sino para recordarnos que cuando el Estado teme a la innovación, a la modernidad, a la competencia, a la empresa, al mercado y al ciudadano; el verdadero peligro no son las máquinas… somos nosotros mismos, aceptando sin resistencia que nos sigan quitando la libertad.

PD: Imagen y texto hechos con la ayuda de IA

“En Mercado Cambiario puedes estar informado mirando el mercado en tiempo real y obtener el tipo de cambio más competitivo para tus operaciones.”

Obtener el mejor tipo de cambio no es cuestión de suerte, sino de conocimiento y estrategia. Con herramientas adecuadas, plani­ficación y una buena plataforma, puedes maximizar el valor de tus operaciones. En Mercado Cambiario, te brindamos las soluciones necesarias para tomar decisiones inteligentes y aprovechar al máximo cada operación. ¡Únete a la revolución del cambio!

Scroll al inicio