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Publicado originalmente en: “Mercado en Vivo”, Newsletter de Linkedin
Por: Fernando Balbuena
Presidente y Co-fundador de Mercado Cambiario S.A
¡Claro que sí!
En el artículo anterior vimos la magnitud del problema: casi la mitad de los niños peruanos menores de 3 años tienen anemia y más de 250,000 sufren desnutrición crónica. Esto nos ubica entre los peores países de la región y si no hacemos nada, en 2045 podríamos tener hasta 10 millones de peruanos limitados desde la infancia. El Estado lo intentó durante más de dos décadas y fracasó. Es hora de que la sociedad tome el liderazgo: empresas, organizaciones privadas y ciudadanos.
Lo que aprendimos del cólera
En 1991, el Perú enfrentó una de las epidemias más graves de su historia: el cólera. Ese año hubo más de 322,000 casos y casi 3,000 muertes. La enfermedad se propagó por todo el país en cuestión de semanas y parecía imposible de controlar. Pero en pocos años el cólera fue derrotado. ¿Cómo se logró? Con un movimiento nacional de mensajes simples y repetidos por todos los medios (“agua hervida o clorada, manos limpias y alimentos bien cocidos”), con millones de familias cambiando hábitos, con empresas, colegios e iglesias multiplicando la campaña, y con soluciones de bajo costo como agua segura y sales de rehidratación oral. El cólera desapareció porque la sociedad actuó unida en torno a un objetivo común. Esa es la gran lección: cuando el país se organiza y actúa colectivamente, los problemas sí se pueden resolver.
¿Una estrategia diferente?
La anemia y la desnutrición infantil requieren una estrategia diferente porque no se trata de una epidemia que se expande rápidamente y puede ser controlada en pocos años, sino de problemas silenciosos, permanentes y de largo plazo. No matan de inmediato, pero afectan el desarrollo del cerebro, reducen la productividad de quienes la sufren y terminan limitando las generaciones futuras y el desarrollo del país. Sin embargo, la experiencia del cólera nos dejó grandes enseñanzas que se pueden aplicar. Se necesita un movimiento nacional sostenido, en el que participen ciudadanos, empresas, gremios, universidades, colegios profesionales, iglesias y organizaciones sociales.
Los programas de distribución de alimentos y suplementos que ha tenido el Perú fracasaron, porque nunca se convirtieron en hábitos dentro de los hogares: se entregaban productos, pero muchas familias no los usaban de manera constante, no entendían su importancia o los niños los rechazaban. La clave del movimiento es cambiar esa realidad y lograr que las prácticas preventivas —hervir el agua, dar lactancia exclusiva, incluir menestras o vísceras en la dieta semanal y medir el crecimiento de los niños— se vuelvan parte de la rutina familiar. Cuando estos hábitos se instalan, ya no dependen de un programa pasajero; son sostenidos por la sociedad misma y se convierten en cultura.
Este movimiento debe ser capaz de instalar hábitos permanentes en la vida diaria de las familias peruanas, y mantenerse en el tiempo hasta que la anemia y la desnutrición infantil sean parte del pasado, como lo fue el cólera.
La propuesta
El objetivo es desarrollar un movimiento nacional sostenido, capaz de transformar los hábitos de alimentación y cuidado de la infancia en todo el país. Es una campaña con mensajes simples, claros y accionables, que sean difundidos por la mayor cantidad posible de personas, organizaciones y empresas. Hoy, por suerte, tenemos las redes sociales (no como en los 90s cuando se expandía el cólera) donde cada empresa, organización y persona pueda difundir esta campaña sin ningún costo, solo el de dedicar un poco de su tiempo. Pero también deben usarse, todos los canales tradicionales posibles para que se llegué a todo el país, en especial a las zonas rurales.
Podemos acompañar la campaña con un logo y slogan de libre uso (esto es importante para que nadie se adueñe del movimiento) y que todo el que promueva el movimiento se le pueda identificar. Estoy seguro de que muchas agencias de publicidad pueden hacer el diseño de estos mensajes, logos, slogans y la estrategia de comunicación, ad honorem. En resumen, hay que viralizar la campaña y darle un esfuerzo de continuidad para que llegue ahí donde es importante, donde están las madres y los niños.
Estos mensajes se deben reforzar con una plataforma educativa digital y gratuita (puede ser desarrollada por una EdTech), con cursos cortos y prácticos para padres, docentes, líderes comunitarios y voluntarios, sobre lactancia, preparación de alimentos nutritivos, agua segura y control del crecimiento infantil. La certificación gratuita motivará a los participantes a compartir lo aprendido en redes, multiplicando el alcance del movimiento.
El cambio será real solo si se convierte en un esfuerzo colectivo: ciudadanos aplicando lo aprendido, empresas destinando parte de su publicidad, gremios y universidades aportando conocimiento, e iglesias y organizaciones sociales llevando el mensaje donde el Estado no llega. Voceros inspiradores —chefs reconocidos, líderes comunitarios, deportistas y artistas— serán los rostros que movilicen a la población y refuercen la identidad del movimiento.
La campaña es el punto de partida indispensable porque convierte la prevención en cultura y asegura su continuidad más allá de los gobiernos de turno. Al transformar prácticas simples como hervir el agua, dar lactancia exclusiva, incluir menestras o vísceras y medir el crecimiento de los niños en hábitos sostenidos por la sociedad, se crea la base para que las acciones con inversión —monitoreos, comunicación en radios locales, distribución de alimentos, agua segura y saneamiento básico— tengan impacto real y duradero.
Finalmente, alguien tiene que coordinar los esfuerzos, dirigir la acción, convocar y logar que las cosas se hagan. Pueden ser un grupo de personas o una organización que conozca el tema, que las hay, pero lo importante es que se coma el pleito. ¡Y claro que sí, si se puede hacer!
¿Estamos dispuestos a comprometernos y a hacerlo?
Tampoco estamos pidiendo mucho, solo un poco de tu tiempo; el futuro de la niñez peruana y del desarrollo del país puede estar en tus manos. Lo podemos hacer ¿o acaso hay algo más importante?
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